Las neurotoxinas pueden ser encontradas en un gran número de organismos, incluyendo cepas de cianobacterias[1] las cuales pueden ser encontradas en bloom de algas o varadas en la orilla de espuma verde.[2]
Las neurotoxinas son una clase extensa de sustancias químicas exógenas neurológicamente dañinas[3] que pueden causar efectos adversos en la función tanto del tejido nervioso en desarrollo como en el maduro.[4] El término neurotoxina deriva del Griego Antiguo νευρών (nevron) “nervio” y τοξικόν (toxikon) “toxina”. También puede ser usado para clasificar compuestos endógenos que cuando están en concentraciones anormales pueden convertirse en neurológicamente tóxicos.[3] Aunque las neurotoxinas suelen ser neurológicamente destructivas, su habilidad para tener como objetivo específico los componentes neurales es importante en el estudio de los sistemas nerviosos.[5] Ejemplos comunes de neurotoxinas incluyen plomo,[6] etanol,[7] glutamato,[8] óxido nítrico (NO),[9] toxina botulínica,[10] toxina tetánica[11] y tetrodotoxina.[5]
La actividad de las neurotoxinas puede ser caracterizada por la habilidad de inhibir el control neuronal sobre las concentraciones de iones a través de la membrana celular[5] o la comunicación entre las neuronas a través de la sinapsis.[12] Las patologías locales de la exposición a neurotoxinas suelen incluir excitotoxicidad o apoptosis neuronal[13] pero también puede incluir daño de las células gliares.[14] Las manifestaciones macroscópicas de exposición a neurotoxinas pueden incluir daño extendido al sistema nervioso centralcomo retraso mental,[4] deficiencia de memoria persistente,[15] epilepsia y demencia.[16] Adicionalmente, es común el daño del sistema nervioso periférico mediado por neurotoxinas como la neuropatía o la miopatía. Han sido demostrados de ayuda tratamientos frente a los daños causados por neurotoxinas tales como la administración de antioxidantes,[7] antitoxinas[17] y etanol.[18]
No hay comentarios:
Publicar un comentario